Irrefutable: en poco más de 10 años, Internet ha empujado un nuevo paradigma comunicacional. El impacto, un cambio cultural en muchas áreas, incluirá tal vez nuevas formas de relaciones sociales que deberemos auscultar. Comparable acaso al influjo que la imprenta comenzó a tener en el siglo XV, predecesora natural de lo que luego fueron medios masivos, la velocidad de este cambio se vuelve exponencialmente superior a cada paso y, paradójicamente, hasta lo masivo parece peligrar en su carácter de tal. El ritmo de la evolución no tiene precedentes. Basta comparar aquellas primeras supercomputadoras, que necesitaban una manzana completa y técnicos especializados para afrontar sus primeros cálculos, con estos telefonitos celulares omnipresentes capaces de almacenar en ese espacio la misma cantidad de información que aquellos monstruos.
Hay un nuevo e incipiente horizonte, el digital, que nos permite navegar por universos de conocimientos tan variados como incomprensibles. Chicos que aprenden a leer y a escribir con un mensajero instantáneo, jóvenes que se filman en sus casas y difunden obras irrisorias en YouTube, científicos que preanuncian el descubrimiento de su vida en un blog y periodistas que se sienten agobiados por millones de competidores sin fines de lucro. A esta avalancha de cambios, se suman el teletrabajo, la educación a distancia, la banca online, las consolas de videojuegos, el videochat… Nos sobran ejemplos para decir que muchas de las cosas que solíamos hacer ya no se hacen como antes. Y lo que sobra también, son preguntas sin respuestas.
¿Cómo haremos para transformar semejante masa crítica de datos en algo útil para nuestras profesiones, oficios y prácticas habituales? ¿Cómo será la convivencia en ese mundo virtual? ¿Cómo haremos para atacar la brecha digital, para que los beneficios de ese universo sean accesibles para todos? En la Argentina, ya somos casi 15 millones los usuarios de la web, muchísimos en relación a 5 años atrás, cuando apenas pisábamos los 2 millones, y muy pocos si contamos a los casi 40 millones de argentinos que habitan este suelo. Lo que nos sobran sí, son desafíos. Todavía aquí hay mucho por inventarse y más ahora que la web 2.0 pregona el paradigma del periodismo ciudadano y esa famosa idea resumida en un lacónico “Nosotros somos el medio”. ¿Qué hace falta para que esto se cumpla, para que nos animemos a este desafío gigantesco? ¿Alguien tiene la respuesta?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario